Mentiras del Feminismo de Género o Hembrismo en España

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Listado de mentiras

1. La mujer española está discriminada laboralmente ya que gana menos y ocupa cargos de menor responsabilidad («brecha salarial», «techo de cristal»).

Mentira. Lo que nunca nos han querido contar es que:

  • Al contrario que en países más avanzados, en España no existen medidas para conciliar vida laboral y familiar, constituyendo esto un escollo para toda mujer trabajadora con planes de maternidad.
  • La mujer trabaja fuera del hogar a la semana 6,2 horas menos que el hombre. Es cierto que dentro del hogar trabaja unas 6,8 horas semanales más, pero el hombre aporta 71,15 euros semanales más para el sustento del hogar, siendo el valor de mercado medio estimado del trabajo extra realizado por la mujer a la semana en el hogar unos 68 euros (6,8h x 10€/hora). Por lo tanto, el tal llamado «trabajo no remunerado» no es más que un mito fruto de reflexiones pueriles.
  • La mujer es menos emprendedora que el hombre. En la población activa femenina, tan sólo el 3% son empresarias y el 8% autónomas, frente al 7% de empresarios y 12% de autónomos en la población activa masculina.
  • La mujer es mejor estudiante, pero elige oficios y carreras peor pagados y menos solicitados. Por ejemplo, es mayoría en carreras de humanidades o letras, pero minoría (30%) en carreras técnicas.
  • El hombre se distribuye sectorialmente, sin embargo, el 87% de mujeres trabajadoras se concentra en el sector Servicios. No es de sorprender que el 90% de accidentes laborales graves o mortales los sufra el hombre.
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  • Según el estudio realizado en España y el Reino Unido por la prestigiosa socióloga Catherine Hakim, el 20% de mujeres trabajadoras elige volcarse en el trabajo, otro 20% en la familia, y el 60% restante prefiere compaginar familia y trabajo. En cuanto al hombre, el 50% elige volcarse en el trabajo, y el otro 50% prefiere compaginar familia y trabajo.
  • Tan sólo el 25% de los candidatos en procesos de selección para puestos directivos son mujeres. Por lógica, la misma proporción cabe esperar en las actuales juntas directivas.

Voceros del feminismo de género, sostienen que la mujer gana menos por hora por exactamente el mismo trabajo. Esto no es cierto, y además fue desmentido en su día por el ministro de Trabajo (El País, 12/03/2006) y el secretario general de CCOO (Los Desayunos de TVE, 10/10/2007). Si esto fuera cierto, las empresas contratarían mujeres antes que hombres, cosa que no ocurre.

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2. En los casos de violencia doméstica, la mujer siempre es víctima, y el hombre siempre es agresor.

Mentira. Según el anuario estadístico del Ministerio del Interior, el 36% de las personas asesinadas en el hogar son varones, y el 23% de maltratados también. El 18% de asesinados por su cónyuge son varones, y el 15% de maltratados por su cónyuge también. Según el Centro Reina Sofía, más de 5.000 niños son maltratados por su madre anualmente, un 25% más que los maltratados por su padre. Pasar más tiempo con ellos no es excusa. ¿Por qué gobierno y medios de comunicación, se ensañan en hacer publicidad sobre la violencia contra la mujer únicamente? ¿Existen los juzgados de violencia sobre el hombre? ¿Acaso vale más la vida de una mujer que la de un hombre, un niño o un anciano? ¿Pero qué farsa macabra es esta? Además, se cometen en total, dentro y fuera del hogar, el doble de asesinatos de hombres que de mujeres. Sin olvidar el suicidio de hombres separados o divorciados, unos quinientos al año, pudiendo imaginarse el porqué. ¿Qué es esto último sino «violencia de género» institucional?

Pero aun así, esto está muy lejos de lo que realmente ocurre en nuestros hogares. Numerosos estudios, entre ellos los realizados por la Asociación para el Estudio del Maltrato y del Abuso (AEMA), muestran que la violencia en la pareja heterosexual es bidireccional y simétrica, es decir, que la mujer ejerce tanta violencia como el hombre. La única diferencia estriba en la fuerza física, en la capacidad para lesionar. Nos atrevemos a conjeturar, que debido a circunstancias psicológicas, culturales y jurídicas, el hombre prefiere sufrir en silencio, por miedo entre otras cosas, a perder su casa, hijos y parte de su renta, ya que tiene todas las de perder, por haber nacido varón. La mujer en cambio, tiene todas las de ganar, sólo tiene que interponer una denuncia por maltrato falsa o absurda, y esperar a que la maquinaria de género haga su trabajo. No es de extrañar, que haya seis veces más denuncias de mujeres que de hombres.
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3. La mujer española es víctima de un patriarcado machista que la oprime y discrimina.

Mentira. El estado español concede a la mujer toda clase de privilegios, favoritismos y prebendas por el simple hecho de haber nacido mujer, mientras que al hombre le son arrebatados derechos fundamentales consagrados en la Constitución y en la Declaración Universal de Derechos Humanos, entre ellos:

  • El derecho a ser o no ser padre: Hoy en día las funciones paternales de un hombre se reducen a las dos efes: fecundar y financiar. Ante un eventual embarazo, una mujer puede unilateralmente obligar a un hombre a ser padre en contra de su voluntad. Nada le protege.
    Tener un hijo, al igual que un embarazo, es cosa de dos, y por lógica e igualdad, debe decidirse por consenso. Tener un hijo no es parir un bebé, sino un proyecto entre dos personas que dura 18 años. Aun así, el 85% de fallos judiciales por separación o divorcio, conceden la custodia exclusiva de los hijos, el disfrute exclusivo de la vivienda de ambos, y una pensión alimenticia desorbitada, a la mujer. Resulta irónico que las feministas de género, abanderadas ellas de la igualdad, se opongan ferozmente a la custodia compartida. Es de sentido común, que igualdad y custodia compartida son inseparables. Además, está demostrado que es lo más beneficioso para los hijos. No es de sorprender que sea la opción por defecto en la mayoría de países europeos.
  • El derecho a amparase en el principio de presunción de inocencia: Ante una denuncia por supuesto maltrato interpuesta por una mujer contra un hombre, la Ley Integral contra la Violencia de Género (o bien, Ley del por si acaso), promulgada por PSOE y PP, aparte de olvidar a hombres, niños y ancianos maltratados, y no proteger a la mujer ya que el número de mujeres asesinadas en el hogar no ha descendido desde su puesta en vigor, invierte la carga de la prueba, correspondiendo al hombre la obligación de demostrar su propia inocencia. Es decir, todo hombre es culpable hasta que se demuestre lo contrario, algo totalmente contrario a los artículos 9, 14 y 24 de la Constitución, y sin ninguna cabida en un estado de derecho. Aparte de esto, establece penas más duras para maltratadores que para maltratadoras, pisoteando desvergonzadamente la igualdad ante la ley. Si un hombre pega un empujón a una mujer, se le castiga con cárcel. Si una mujer hace lo mismo, se le absuelve. Qué profundo sentido de la igualdad.

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Sin pruebas, ni testigos, ni investigación alguna, el denunciado es detenido, expulsado de su propia casa, le es arrebatada la custodia de sus hijos, y es dictada contra él una orden de alejamiento. En la mayoría de casos, el juicio se celebra a puerta cerrada, y al denunciado no se le deja ni elegir abogado, ni tiempo para reunir pruebas o testigos a su favor, y a veces, ni asistir al juicio. Lo cual ha provocado que miles de mujeres y abogados sin escrúpulos, buscando un divorcio rápido y ventajoso, hayan presentado una avalancha de denuncias falsas o absurdas, que colapsan recursos policiales y juzgados, cuyas repercusiones son: Falta de debida protección para las mujeres verdaderamente maltratadas por un lado, y miles de hombres inocentes detenidos, encarcelados, destrozados, arruinados y estigmatizados de por vida, por otro.

  • El derecho a no ser discriminado por su sexo: La Ley de la «Igualdad», promulgada también por PSOE y PP, promueve todo un paquete de medidas discriminatorias contra el hombre, denominado «discriminación positiva». Como en todos los casos de discriminación, hay un lado positivo (la beneficiada), y uno negativo (el perjudicado).

    La mujer en España, entre otras cosas, goza de:

    • Privilegios en oposiciones: en algunas áreas de la administración pública, un porcentaje de las plazas se reserva para mujeres, y el resto para hombres y mujeres.
    • Pruebas físicas reducidas para entrar en la policía, bomberos o ejército.
    • Ayudas, formación y asistencias gratuitas, más subvenciones, y créditos sin avales o a menor interés.
    • Mayor cantidad de fondos destinados a cubrir la sanidad de la mujer que la del hombre, a pesar de que la mujer vive más, pero cotiza menos a la Seguridad Social.
    • Rebajas fiscales y poder jubilarse cinco años antes, a pesar de que vive más y cotiza menos.
    • Viviendas de protección oficial, teléfonos de ayuda y casas de acogida para maltratadas, pero no para maltratados.
    • A pesar de que el paro masculino supera al femenino, el INEM reserva una parte de los puestos disponibles para mujeres, y el resto para hombres y mujeres.
    • El 40% de altos cargos directivos y públicos, y candidaturas electorales, se reservan para mujeres, subordinando meritos, experiencia y aptitudes al sexo.

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    Cabe decir, que tales privilegios feudales, resultan peyorativos respecto a la mujer, por considerarla «menos» que el hombre, por considerar que una mujer necesita una ayuda para llegar a ser lo mismo que un hombre.

    Aparte de esto, la Ley de la «Igualdad», protege celosamente la dignidad de la mujer pero abandona la del hombre. Criminaliza cualquier conducta por parte de un hombre, que por inocente que fuera, pudiera suscitar indignidad o acoso en una mujer. Es ella quien decide. El hombre queda totalmente desamparado, pendiente de la buena o mala fe de la mujer con quien tope. La mujer es intocable, pero al hombre se le puede ofender, denigrar, marginar y discriminar, es lo políticamente correcto.

    ¿Acaso deben los hombres de ahora pagar por los pecados de los hombres de antaño? ¿Acaso deben las mujeres de ahora ser indemnizadas por lo ocurrido a las mujeres de antaño? ¿Pero qué disparate es ese?

Estas políticas hembristas, aparte de aberrantes, son contrarias a nuestra Constitución, y a los artículos 2, 7, 9, 10, 11 y 16 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

¿Pero cuál es la explicación a tanta sinrazón? ¿Qué se esconde detrás de todo esto? VOTOS Y DINERO. Una auténtica orgía presupuestaria, miles de millones de euros, destinados a mantener y subvencionar los numerosos organismos, entidades, cargos públicos y organizaciones sanguijuela, que han florecido alrededor de la boyante industria del maltrato y la igualdad, la mayoría de ellos afines al PSOE, y en menor grado al PP. Lógicamente ambos partidos apoyan estas políticas de manera incondicional.

TENLO MUY EN CUENTA LA PROXIMA VEZ QUE VOTES.

Es evidente que existe disparidad entre hombres y mujeres. Pero no se debe a aquello que la acientífica ideología de género, mediante un ejercicio de censura y desinformación brutal, nos pretende hacer creer, tomándonos por idiotas. Ese patriarcado, ese enemigo inexistente, y por lo tanto imposible de vencer, y por lo tanto eternamente lucrativo. Numerosos estudios, demuestran que cerebro y sistema endocrino de hombres y mujeres son innatamente diferentes. Por lo tanto el camino hacia la paridad, no consiste en consolidar la dependencia de la mujer mediante ayudas peyorativas e injustas, sino en estimularla y animarla para que avance

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Fuentes

    • Catherine Hakim, «Modelos de familia en las sociedades modernas. Ideales y realidades». Sólo el 20% de mujeres trabajadoras opta por sacrificar vida privada por éxito profesional, frente al 50% de hombres que opta por lo mismo: http://www.lacentral.com/9788474763782

Presupuestos Generales del Estado, Resúmenes de ingresos y gastos: http://www.sgpg.pap.meh.es/Presup/PGE2009Ley/MaestroTomos/PGE-ROM/Cuerpo.htm

Pablo Mirell, «El Hembrismo, sumidero de la desdicha»: http://mentirashembrismo.orgfree.com/descarga.php?file=hembrismo.zip

Gerard Poussin, Anne Lamy, «Custodia compartida. Cómo aprovechar sus ventajas y evitar sus tropiezos»: http://www.libreriarayuela.com/libros/CUSTODIA-COMPARTIDA/51992/978-84-670-1707-6

11 comentarios en “Mentiras del Feminismo de Género o Hembrismo en España

  1. palabrasalviento

    Valiente quien a pesar de detestar la violencia de genero hacia la mujer hable claro y con datos. Yo soy y he sido activista en contra de cualquier violencia porque la he vivido más de cerca que muchas perdonas que se adhieren. Está claro que sin generalizar, el radicalismo que hablas está dando licencias de culpabilidad a la mayoría de los hombres sean buenos, víctimas o asquerosos agresores. Saludos.

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    1. Issa

      No hay peor ciego que el que no quiere ver. Tú te lo pierdes, koenig-norante, sigue sin querer saber, que te irá bien.

      Gracias por este artículo, y el del día 17, que otra vez se sale de lo políticamente correcto.

      He buscado a ver si había alguna organización en España que se preocupase por esta cuestión de la discriminación masculina, y es deprimente:

      La búsqueda aquí:

      https://www.dmoz.org/World/Espa%C3%B1ol/Sociedad/Gente/Hombres

      Los resultados de traca, si quieren echarles un vistazo.

      En fin,

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  2. Quién nos dicta los días
    quién nos impone alegrías y penas
    por qué nos hacen sentirnos enemigos
    hombre, mujer,
    ¿no es este asqueroso Sistema?…
    Mas, miles siguen el sendero de los burros
    días y las modas marcadas por los medios
    cuál borregos
    de un asqueroso Sistema

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  3. Pingback: Es evidente que existe disparidad entre hombres y mujeres. | ONG AFRICANDO SOLIDARIDAD CON AFRICA

  4. Ovuaus

    «Soy prostituta y feminista»

    http://www.elmundo.es/papel/historias/2016/11/30/583c18dcca4741ed098b4601.html

    Ofrecen servicios sexuales y no se sienten explotadas. Es su (polémica) lucha por la igualdad de género. Aquí dan la cara.

    Natalia no es de este mundo, como tampoco lo son los unicornios, las hadas y los trasgos. Para una buena parte de la población es imposible que exista una mujer así: que se prostituya por elección propia, sin presiones de ningún hombre, y con cierta pasión por su profesión. Pero lo que ya la convierte en una rareza absoluta para muchos es que, además, se considere una feminista. Una prostituta feminista, o lo que es lo mismo, alguien que lucha por la igualdad entre el sexo masculino y femenino y un justo reparto de roles. ¿Pero es posible? Por supuesto, porque Natalia, María o Amanda no son excepciones, ni son pocas, ni están carentes de opinión. Quieren que su voz se escuche. Son mujeres de carne y hueso. De carne y hueso que, según ellas, no está a la venta. «Nosotras no vendemos nuestro cuerpo, sólo ofrecemos un servicio sexual. Y punto», afirma Natalia Ferrari, una de las chicas más activas, sobre todo en las redes sociales, por la defensa de su libertad de elección y de su profesión: «La prostitución, cuando funciona con condiciones éticas, te ofrece pasar un buen rato con alguien que quiere estar contigo, con un pacto muy claro de lo que va a suceder en la cita y sin que haya complicaciones para ninguna de las partes», dice. A diferencia de la gran mayoría de mujeres y hombres que se dedican a este mundo, ella ha decidido dar la cara (literalmente) en esta lucha. María Riot es otra de las prostitutas que mezclan su actividad con el activismo. Y tampoco oculta su rostro. «Sí, me considero una puta feminista. Veo a una parte del feminismo como una herramienta muy poderosa de empoderamiento. Nosotras nos creamos nuestro propio feminismo, el de las prostitutas, el más básico y necesario: el de poder hacer de nuestro cuerpo lo que queremos y luchar porque ninguna mujer le diga a otra lo que tiene que hacer con su cuerpo o sus genitales». María es también actriz de cine X, otro de los contextos donde los clichés machistas son más pronunciados: «Nosotras no vendemos nuestro cuerpo, primero porque es nuestro y no se puede vender, y segundo porque nuestra profesión no es otra cosa que ofrecer sexo a cambio de dinero». ¿Tiene sentido la lucha feminista en la prostitución? Probablemente más que en ningún otro ámbito, ya que puede tratarse de una de las trincheras más misóginas de la sociedad, un terreno de juego demasiado propicio para la cosificación de la mujer y su sumisión a los deseos masculinos. Pero el coste personal de esa pelea es elevado, así como el estigma. Y el problema es que los ataques (al menos los más dolorosos) no vienen casi nunca de los hombres, sino de las mujeres, de aquéllas que se consideran, como ellas, feministas: son las que, según la opinión mayoritaria en este movimiento, defienden que la prostitución es el hija del patriarcado y las prostitutas, mujeres sin escapatoria. La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, presentó hace dos meses una guía destinada a medios de comunicación en la que recomendaba cambiar términos como prostituta o trabajadora sexual por «mujer en situación de prostitución», o clientes por «prostituidores» o «puteros». El problema es que la publicación no distinguía entre las mujeres que libremente quieren dedicarse a este trabajo y las víctimas de la trata, una de las peores lacras de nuestra sociedad.En realidad, nadie sabe con certeza qué porcentaje de las meretrices ejercen por obligación y cuáles por elección. En 2010, Naciones Unidas calculó que una de cada siete mujeres prostitutas en Europa eran víctimas de trata. ¿Pero qué sucede con las seis restantes? Para esta guía del Ayuntamiento de Madrid son, de nuevo, como los unicornios. No existen. Pero hablamos de una de las grandes industrias del planeta, con más de 40 millones de mujeres y hombres que ejercen este oficio. La primera vez. «Decidí dedicarme a la prostitución hace cuatro años», cuenta Ferrari. «Mi trabajo en un museo no aportaba nada a mi desarrollo personal, por lo que decidí dejarlo y buscar alternativas. Y me di cuenta de que el sistema laboral sólo me ofrecía más de lo mismo. No recuerdo muy bien cómo o por qué empecé a considerar la prostitución. Hablando sobre esto una amiga me confesó que era prostituta desde hacía un año. Tener su apoyo y escuchar su experiencia me reafirmó en que esté podría ser un trabajo muy empoderador. Eso y mi necesidad de pagar el alquiler me hizo decidirme. Como apunte diré que la primera vez sentí que tendría que haber empezado a trabajar como prostituta mucho antes». María Riot tiene una historia paralela. Y una opinión similar: «Desearía haberme dado cuenta antes de que podía ser trabajadora sexual, en vez de pasar años como cajera de supermercado o en locales de ropa, teniendo que soportar jefes, cumpliendo horarios y haciendo tareas insalubres como estar parada sin descanso durante ocho horas seguidas».
    «La primera vez que lo hice sentí que tendría que haber empezado a trabajar como prostituta mucho antes»

    Amanda Carvajal es una escort de lujo madrileña. No se considera feminista ni activista, pero lleva igual de mal las acusaciones de otras mujeres: «No conozco un trato más justo e igualitario que el que hay entre una prostituta y un cliente», argumenta. «Yo decido cuánto cobro, la duración de las citas y qué se hace y no en ellas. El cliente acepta y, si no le gustan las condiciones, simplemente el encuentro no se produce. Eso para mí es igualdad de género, pues es un acuerdo en el que tanto él como yo salimos ganando. Y mucho. Incluso, me atrevería decir que yo me siento más beneficiada que ellos, pues el increíble crecimiento personal que he experimentado gracias a mis clientes durante todos estos años es incalculable».Varias asociaciones de profesionales del sexo, como Aprosex, Hetaira, Genera, Cats y Prostitutas Indignadas llevan tiempo defendiendo los derechos de este colectivo, la despenalización y la diferenciación clara con las redes de trata. «Me han criticado mucho por dar la cara y decir que me gusta mi trabajo y que es una opción laboral legítima», dice Natalia Ferrari. «Parece que si eres una prostituta empoderada no tienes derecho a manifestarte. Si eres una víctima, además, no tienes la capacidad de hacerlo y ya ellas lo hacen por ti».María Riot se siente cansada del fuego amigo y «de las repartidoras de carnets de feministas». «Lamentablemente he recibido más críticas de mujeres que de cualquier otro grupo. También he visto las mismas etiquetas destinadas a alguna directora de porno con la que he trabajado». Riot se refiere a Erika Lust, autora de cintas que apuestan por una mirada femenina donde la mujer no es utilizada como un objeto sexual, toma la iniciativa y explora sus propios placeres: «Como directora de cine adulto, siempre he fomentado una serie de valores feministas delante y detrás de la cámara. Es decir, que no sólo hago películas donde el placer femenino importa y la representación de las relaciones sexuales es realista, igualitaria y respetuosa, sino que el proceso de producción es ético y fomenta la participación de mujeres en cualquier puesto de trabajo. Mi equipo está compuesto en un 90% por mujeres, desde la operadora de cámara, la ayudante de producción hasta la sonidista», dice una de las pocas cineastas de celuloide X para adultos. «Las mujeres también tenemos derecho a representar nuestra visión de la sexualidad. Muchas veces me dicen que es contradictoria con los valores feministas, pero nada más lejos de la verdad. Disfrutar del sexo explícito en pantalla no es algo intrínsecamente masculino. Creo que nos equivocamos cuando atacamos e insultamos a otras mujeres porque no coincidimos en algo, cuando en realidad podríamos hacer críticas constructivas y ayudarnos entre nosotras para poder debatir y repensar nuestro lugar». Aunque la verdadera diana del feminismo más ortodoxo es la actriz porno Amarna Miller: «la feminista favorita de los machistas», según la define una de sus detractoras. La intérprete, poeta, escritora, fotógrafa y musa de Podemos está acostumbrada a recibir insultos de odiadoras de redes sociales, pero ella sigue dando la cara: «Dedicarte al trabajo sexual en una sociedad mayoritariamente machista es complejo y te hace enfrentarte a muchos estereotipos», comenta en el descanso de su último filme. «Es muy fácil teorizar sobre el trabajo sexual cuando nunca has estado en un set de rodaje, pero no tanto dar la cara cuando eres tú misma la que se enfrenta al estigma todos los días».

    Vídeo polémico. Miller ha estado en la picota desde que protagonizó un polémico vídeo promocional del Festival Erótico de Barcelona donde denunciaba la hipocresía de la sociedad española: «Muchísimas de nosotras somos mujeres empoderadas que nos dedicamos a esto porque queremos. Hay sectores abolicionistas que no conciben que el trabajo sexual pueda ser una forma de empoderamiento femenino, mientras otras ramas del feminismo nos plantean que el trabajo sexual es una forma de recuperar el control sobre nuestro propio cuerpo y nuestra sexualidad». Les molesta además el «acoso» a los clientes, que no deben pagar, según ellas, la persecución a la que se somete «desde el Estado» a las trabajadoras sexuales. «El problema de las leyes que persiguen a los clientes como si fueran criminales no es únicamente que los estigmatizan: es que nos hacen vulnerables a la violencia a nosotras», denuncia Natalia Ferrari. «El riesgo de multas hace que las profesionales trabajen en zonas más apartadas e inseguras. Muchas tienen que bajar tarifas, hacer prácticas sexuales que no quieren, o aceptar que les negocien el uso del condón. Si un cliente tiene miedo, no querrá darme su nombre real ni su número de teléfono y eso me pone en peligro porque dificulta mis medidas de seguridad. Está demostrado que perseguir la demanda no sirve para proteger a las mujeres, y fuerza a las putas a trabajar en condiciones lamentables, dándole poder a los agresores». Además, no comparten la denominación prostituidor, ya que entienden que son ellas quienes toman la decisión de prostituirse, y no ellos. «La gente que contrata estos servicios busca disfrutar, sentirse bien, comprendido, respetado y poder desconectar», afirma Ferrari. María Riot añade que «es básicamente un intercambio económico por un servicio sexual, que muchas veces es más psicológico que físico y que muchas personas necesitan o desean. Es un trabajo que disfruto mucho y que me da muchas satisfacciones. Hoy en día no podría imaginarme trabajando de otra cosa».La mayoría de estas chicas salen y entran en el trabajo sexual dependiendo de su situación personal o económica del momento. «Desde que empecé a trabajar, he dejado la prostitución varias veces», cuenta Ferrari. «Lo hago por desconectar o porque no es compatible con los proyectos de vida que tengo en ese momento. Una de las ventajas de ser prostituta es que puedes dejarlo y volver cuando quieras. Y siempre tendrás trabajo. No pienso en dejarlo a largo plazo, sé que cuando lo considere conveniente podré hacerlo y que también podré volver cuando me dé la gana».

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